SANTIAGO"Tienes que ver como está el campo ahora,
no hay momento igual",
me dices con la voz llena de niebla,
"notas como respira allí la tierra,
junto al vigor de los almendros".
Ver los frutales que plantaste,
lo que vive desde tus manos.
Lo que eres cuando miras:
la luz horizontal entre las nubes grises,
el fuego oculto entre las hojas que aún aguantan,
el agua en otro estado.
Luego ya no diremos nada, ¿para qué?
Solo que ahora siempre es otoño cuando hablo contigo.
¡Mi hermano!,
el que siempre cae de pie
porque vive muy erguido.
Tú sabes quiénes somos, dónde estamos;
te fuiste a no olvidarlo.
Qué suerte que cuides mis raíces.