Monday, July 28, 2008


LLUVIA

" Lenta y rumorosamente lluevo
sobre la tierra amada"
León Molina

Siempre estuvo aquí este agua, esta tristeza
que baja extraviada aunque plácida
y forma claustros aromados, huertos
de silencio. Presentimientos
en el invierno ausente, en el silencio
apacible de una tristeza líquida. Baja
el agua y se vencen los ramajes del álamo,
elegantes se inclinan, conscientes
de la dádiva desde las raíces.
No hay más que lluvia, sólo agua
es mi mirada, y la misma salmodia
atávica y arrulladora
son mis oídos.
Llueve, deja en suspenso
su voz cansada el aire.
Llueve, y siempre que llueve,
hay un barco
que se echa al mar sin rumbo, y un árbol
que se levanta en línea con el cenit,
un árbol que disuelve su fervor
en la maduración recóndita de un fruto.

Saturday, July 19, 2008





Otro descanso en El Libro del Agua, porque tengo la necesidad de contaros el inventario de maravillas que mi amigo Luis Mariano me enseñó el miércoles, cuando fuimos a su pueblo. Ahí van:

- Dos barbos heroicos remontando la corriente del Mundo, en el maravilloso cañón de los Almadenes.

- Una tortuga tímida que se sumergió al vernos.

- Los balcones de arroz sobrevolados por las garzas, en la confluencia de los dos ríos, componiendo un paisaje chino.

- El pantano de la Camarilla, la luz de su agua con las nubes encima.

- Unas perdices en la sierra de los Donceles, tan tranquilas que Luis tuvo que frenar y remontaron vuelo cuando las ruedas del coche ya casi las tocaban.

- El camino de Aníbal.

- El arroz con pollo de Olvido, la madre de Luis. Su flan. Su acogimiento y cercanía.

- La serenidad tan apacible de Emilio, su hermano, al que acabo de escuchar, con escalofrío, tocar una soleá.

- y el continuo rumor o bramido del agua, agua del Mundo, del Segura, de las desaguaderas del pantano, de la tormenta que nos pilló en el mejor sitio del mundo: allí donde los olmos anegados, en la vega del río Mundo, escuchaban la lluvia con los pies metidos en el agua. Mágico.

Gracias amigo, artista, por tanta belleza en una tarde...


Friday, July 11, 2008


LAGUNAS DE RUIDERA

Allí permanecimos, abrazados al tronco
de un olmo que latía cerca del agua.
Estáticas figuras
que la lluvia desvanecía.
Agua con agua, calma que se sueña,
mágica antesala de la muerte.
En la luz desleídos
de un anochecer a mediodía
o de un sol a medianoche.
Latía el corazón del olmo
y era el firme pulso
del infinito,
la rumorosa voz de Dios que no se sacia.
Nos mirábamos, nuestros ojos líquidos
fluían como cataratas.
Se fundían los dedos con el tronco,
las piernas con el fango y la respiración
con el olor antiguo de la hierba.
Allí estábamos, lo importante
no eran las señales, las palabras,
sino el vaho que las seguía
como una estela,
como una despedida,
como la lluvia eterna que las acompañaba.
Abrazados al tronco
sentimos cómo
los círculos cerraban más allá de las vidas,
cómo nos alejábamos de todo,
cómo nos sumergía el agua en la laguna.
Abrazados caímos, como hojas
en elegante danza
desapareciendo en los charcos.
El latido del olmo era el compás
de un réquiem orquestado.
Y obedecimos
sintiendo el corazón
de madera de aquella umbría,
cerca de un lago
que nos iba anegando, de un agua
que nos iba envolviendo,
que nos llevaba
a un fondo nutricio, delicado,
por fin reconocido.


Saturday, July 05, 2008



EL ALIENTO VOLVÍA

Me envolvía un aliento, transpiración silente
de los árboles, vaho que era también producto
de los arcos de luz que el surtidor dibujaba
mojando pensamientos y nenúfares.
Bajo la verde bóveda
esas transpiraciones se sumaban
a la del deportista que hendía
el paseo del parque, a la del caminante
atribulado que buscaba
la paz y la frescura de los pinos
para dulcificar sus ansiedades.
Y ese vapor subía buscando algo
allí, lejos del canto de los pájaros.
Cuando, interrogante y apresurado, me iba,
noté una impregnación, un rocío; el aliento
volvía luego, transformado y transformador.
Buscaba el manantial de su origen, volvía
a nosotros cubriendo las miradas
de celofán
y nos dejaba limpios y serenos.
Volvía y era una mirada complacida
en la humedad, dichosa de encontrarse otra vez
en su juego de espejos. Jubilosa llovizna
invisible y táctil, certeza de una vida
simultánea, a la vez allí arriba
y aquí al lado, donde es igual todo
y es vacío, y es beneplácito y es cielo.
Para mi amigo Luis Mariano, Poeta y Artista, con un abrazo