Sunday, November 30, 2008




"La felicidad sólo la pueden experimentar en toda su intensidad aquellos que han vivido grandes altibajos, porque es un juego de contrastes. Los que nadan siempre por el espectro medio de las emociones nunca conocerán la esencia de la vida. Esa es la enseñanza del pozo: a veces hay que tocar fondo para entender la grandeza del cielo"

de El mejor lugar del mundo es aquí mismo

Sunday, November 16, 2008



DÍA DE TODOS LOS SANTOS

“Para el niño que fue
docenas de cunas son
las ramas de los árboles

Gracia Aguilar

Yo sabía que iba a llegar hasta mí
la pelota con la que juegan
esos niños felices y su padre.
Y la he tocado
porque he comprendido
y he querido incluirme en esa plenitud,
en esa inocencia.
Es tiempo para mí y, ávido, absorbo
el último calor de una luz otoñal,
de un letargo futuro. Estoy dentro, lo sé,
de un enorme suspiro, dentro de la sonaja
de solitarios árboles,
en el creciente oleaje de sus ramas,
en cómo la intuitiva hierba se estremece.
Entrega el álamo sus hojas ocres
y forma esféricas alfombras
que el viento, luego, esparce.
Es tiempo para mí
y otra vez toco el balón
en medio de este mar oculto,
de esta llanura ebria, de este tránsito.
Y como el pozo que presiente
la plenitud del agua que le llega,
dejo que el viento limpie
mi brocal con su voz
potente, musical, anunciadora.

Tuesday, November 04, 2008


LOS TRABAJOS DE LA BRISA

Para Aitor, al que le gusta el mar tanto o más que a mí, y para su familia: Lucrecia, Thierry y Adrián, que nos ofrecieron su afecto, su casa y una paella de ensueño en un lugar de ensueño frente al mar. Gracias de corazón

Quería estar yo aquí, igual que estas nubes
sobre el mar, sin más criterio
que el de la brisa,
quería estar como se vive
allí donde la vida ya no pesa.
Con esa intención o falta de intención
seguía a unas gaviotas en el aire,
embelesado, las seguía
como un niño que acaba de aprender a volar
y es feliz siendo estela.
¡Qué hallazgo el de la brisa!
Qué importa no poder volver
si se amanece visitando
balcones con la luz primera,
abriendo las ventanas,
besando antes que nadie las mejillas,
soplando el frescor a los cuerpos estáticos.
Y bajar raudo, descender
como el Espíritu desde las cimas;
mejor: ser ese Espíritu callado
que en los amaneceres en el mar
bautiza al agua.
Con estas melodías encender
primeros pensamientos,
certezas de un instante gozoso como nunca,
ráfagas de un tiempo ya sin tiempo.
Quería no querer
más que esta brisa que me respira ahora,
que con su manos diáfanas me lleva
de salvación colmado, de quietud.
Frondosa y fundadora dicha
de íntimos hallazgos cotidianos y suaves
como pequeñas conchas en la playa.