PERFUME DE DIOS
Así pues aquí estoy,
he sobrevivido a tu placer
y dejo tu olor más íntimo en la pluma.
Te lo he dicho muchas veces:
cuando el placer te llega
puedo ver a Dios entre tus muslos
y olerlo en tu mirada esponjosa, perdida.
Tiene que ver con la aspiración,
el abandono. Y no blasfemo,
tú sabes cuán en serio te lo digo.
Y que lo escriba déjame,
porque es un premio
para los que nacimos sin espinas.
Los demás qué sabrán de hacer el amor
así, muriéndose.
Dios es este deleite,
tus mañas y las mías,
y se materializa cuando te viene y gritas
y no retengo más mi ofrenda al gozo.