Friday, July 11, 2008


LAGUNAS DE RUIDERA

Allí permanecimos, abrazados al tronco
de un olmo que latía cerca del agua.
Estáticas figuras
que la lluvia desvanecía.
Agua con agua, calma que se sueña,
mágica antesala de la muerte.
En la luz desleídos
de un anochecer a mediodía
o de un sol a medianoche.
Latía el corazón del olmo
y era el firme pulso
del infinito,
la rumorosa voz de Dios que no se sacia.
Nos mirábamos, nuestros ojos líquidos
fluían como cataratas.
Se fundían los dedos con el tronco,
las piernas con el fango y la respiración
con el olor antiguo de la hierba.
Allí estábamos, lo importante
no eran las señales, las palabras,
sino el vaho que las seguía
como una estela,
como una despedida,
como la lluvia eterna que las acompañaba.
Abrazados al tronco
sentimos cómo
los círculos cerraban más allá de las vidas,
cómo nos alejábamos de todo,
cómo nos sumergía el agua en la laguna.
Abrazados caímos, como hojas
en elegante danza
desapareciendo en los charcos.
El latido del olmo era el compás
de un réquiem orquestado.
Y obedecimos
sintiendo el corazón
de madera de aquella umbría,
cerca de un lago
que nos iba anegando, de un agua
que nos iba envolviendo,
que nos llevaba
a un fondo nutricio, delicado,
por fin reconocido.


2 comments:

Anonymous said...

Damu pa kmu to?.. Nano ni klase blog man?

Ricardo Fernández Moyano said...

Hermoso poema Ángel, te acabo de añadir a mi blog.

Un abrazo.