Saturday, October 21, 2006


LA MÚSICA, VOSOTROS, EL ANILLO
( o cómo ser derviche en una discoteca)

Nunca ya quietos, siempre en la matriz
embebida del baile, como el agua
del mar, izado el júbilo, marea
sin fin. Nunca ya quietos, como mallas
de araña al viento, aldabón en piel
el corazón. Renuevos con la savia
afuera. ¡Pero si aún estoy empapado
en vosotros! ¡Si aún vuestras miradas
arrullan, manchan, soban! ¡Si el sudor
que destilo es el mismo que se ufana
en soldaros! Y ahora, ¿dónde estáis?,
ya no se mueve el suelo, ¿qué palabras
como éstas de alcohol y afecto pueden
otra vez convocaros?, ¿qué balada
que desborde y vacíe la razón?
¡La combustión feroz de las miradas!
¡Vamos! ¡Moveros! ¡Hacia mí venid!
Ante el espejo el vértigo, la nada:
nunca supe vivir sólo en mi cuerpo.
La caricia en la carne, ¡qué derrama
de puro brío! ¡Ah, amarradme, sí,
sí, robadme de mí, volved! Varada
está la luz sin vuestra luz. La inercia
de la felicidad en vuestras caras...
¡Reflejadme! ¡Volved! ¡Qué plenitud!
¡Qué dulce quemadura! ¡Qué acunada
raíz disuelta en besos! ¡Estamos vivos, vivos!
¿Lo veis? La música imita a nuestras almas.

1 comment:

CARONTE said...

Ah, la música. Que sería de la vida sin la música. La música en todas sus acepciones: la estruendosa, la silenciosa, la pausada, la nerviosa...

No entendería mi vida sin música. La necesito como el respirar.

Bonito poema. Me encanta el verso:

"Ante el espejo el vértigo, la nada:
nunca supe vivir sólo en mi cuerpo"